Dale campeón, dale campeón…

El “Dale campeón, dale campeón…”, “Vení, vení, cantá conmigo, que…”, “Un minuto de silencio, para Franja que….” y el “Olé, olé, olé, olá, con estos p… no jugamos nunca más”, retumbaron como nunca en el centro posadeño, bajo una persistente lluvia que no fue motivo para detener el festejo desenfrenado de los jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas, que saltaron y cantaron como nunca.
No era para menos. Crucero del Norte obtuvo en forma dramática el domingo el ascenso al Argentino A en Mar del Plata, y después de un viaje de casi 20 horas, que pasó más rápido que nunca, el punto de encuentro fue La Garita del kilómetro 10, donde se unieron los ocho micros que viajaron a La Feliz y a decenas de autos, motos y camionetas, que rompieron el silencio del feriado y una tarde desapacible.

Allí los jugadores se subieron a la auto bomba de la Policía y fueron cantando y bailando por toda la Ruta 12, hasta la Rotonda de acceso a la Capital provincial, despertando –al paso- el saludo de vecinos y curiosos. Hasta que allí, el jefe del operativo consideró que con la lluvia y la cantidad de jugadores era muy riesgoso, y se bajaron y se metieron en una de las unidades.

Al son de los bocinazos, el pueblo colectivero fue ganando terreno y el reconocimiento de la gente por la avenida Uruguay, después por Mitre, Colón, hasta llegar a la tradicional esquina de Colón y Bolívar, donde los jugadores –junto a su pueblo- dieron una improvisada vuelta olímpica en la reinaugurada Plaza 9 de Julio, volvió a abrir su encanto en el festival del viernes.

Cohetes, petardos y fuegos de artificio le dieron vida, emoción y color a un momento único e irrepetible. Y la lluvia símbolo fiel de gestas históricas y épicas jornadas, no quiso estar ausente en esta nueva conquista que engrandece y jerarquiza al fútbol misionero. El símbolo de la conquista fue el emotivo abrazo entre el DT Pedro Dechat y los hermanos Hugo y Julio Koropeski.

Allí se confundieron en un solo abrazo, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, con los hinchas, con los casi 700 fieles seguidores que le tenían fe ciega al equipo y vinieron de lugares lejanos como Leandro N. Alem, El Soberbio y Puerto Esperanza, demostrando su amor por el nuevo emblema del fútbol misionero.